Una vida, una prueba.
¿Es posible pensar en la vida como si fuera una prueba? ¿Un proceso que podría revelar si somos dignos de una relación eterna con Dios? A primera vista, no resulta sencillo percibir la vida de esta manera. Sin embargo, si reflexionamos con mayor profundidad, podríamos llegar a considerarla como un crisol donde se manifiesta nuestra verdadera naturaleza. En ese sentido, ¿no actuaría la vida como un espacio donde nuestra fe, amor, devoción y lealtad se ponen a prueba de manera constante? La Biblia presenta una imagen interesante: el campo donde el trigo y la cizaña crecen juntos (Mateo 13:24-30). Esta idea podría sugerir que, al final de los tiempos, nuestras decisiones y acciones serán lo que determine nuestro destino eterno. Si tomamos esto en cuenta, podría decirse que la vida, en cierto modo, se asemeja a una prueba que debemos atravesar. Esta posible prueba tiene una particularidad: nos reta a amar y servir a un Dios que no podemos ver con nuestros ojos físicos. Nos guiamos por lo q...