Cultivar el amor a Dios y al Prójimo
Los líderes religiosos solían plantearle preguntas difíciles a Jesús, buscando desacreditarlo públicamente o acusarlo de blasfemia. En una de esas ocasiones, un intérprete de la ley, que era fariseo, le preguntó a Jesús: “Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?” Jesús, consciente de las intenciones engañosas de su interlocutor, podría haber evitado responder, responder con otra pregunta o haber dicho que todos los mandamientos son igualmente importantes. Sin embargo, decidió aprovechar la oportunidad para revelar una verdad profunda y ofrecer una dirección clara.
Jesús respondió: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento" (Marcos 12:30; también en Mateo 22:37 y Lucas 10:27). Luego, añadió un segundo mandamiento similar: "Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Marcos 12:31).
¡Esta es una gran noticia! Ahora sabemos qué es lo primero que Dios espera de nosotros en esta vida: amar a Dios y al prójimo. Es un mensaje claro y aparentemente sencillo, pero ¿realmente es tan fácil de cumplir? Bueno no, no lo es. Este llamado desafía profundamente nuestra vida cada día y, si decidimos aceptarlo, nos implica poner todo nuestro ser al servicio de este propósito divino.
El amor es sin duda una emoción poderosa y hermosa, pero también es una decisión consciente. Aunque el amor comienza como un sentimiento de afecto y conexión, llega un momento en el que es necesario ir más allá de las emociones pasajeras y convertirlo en una elección diaria. Siempre llega el momento en el que debemos trabajar activamente para seguir amando, o para amar algo más profundamente. Entender esto es clave para cultivar el amor a Dios y al prójimo.
A continuación, te comparto algunos consejos prácticos que pueden ayudarte a cultivar, revivir y fortalecer este amor, para que crezca y perdure en tu vida:
1. Oración y Meditación:
Oración diaria: La oración es fundamental para fortalecer tu relación con Dios. No solo es hablar con Dios, sino también aprender a escuchar Su voz en silencio y en la quietud del corazón.
Meditación: Reflexioná y pensá cada día en Su amor, Su bondad y Su misericordia. Pasajes de la Biblia como 1 Corintios 13 (el capítulo sobre el amor) pueden ayudarte a entender el amor como una cualidad divina.
2. Lectura y Estudio de la Palabra:
La Biblia ofrece una guía sobre cómo amar a Dios y a los demás. Al leerla, podés conocer más a Dios, descubrir como Él ama a la humanidad y como podemos amar a los demás de una manera auténtica, como Él mismo los ama. Reflexionar en los Evangelios puede ayudarte a ver cómo Jesús vivió este amor.
3. Formar Comunidad:
Participar en una comunidad de fe puede darte fuerzas y apoyo en tu camino espiritual. Al pertenecer a una iglesia puedes compartir tus experiencias y escuchar las de los demás, eso te permitirá crecer en tu fe y aprender nuevas maneras de amar.
4. Servir a los Demás:
Sirviendo a los demás, reflejás el amor de Dios en tus actos. Esto puede ser desde escuchar a alguien que lo necesita hasta ayudar a un vecino o participar en voluntariado. Servir te ayuda a desarrollar empatía y a ver a cada persona como prójimo, como un reflejo del amor de Dios.
5. Perdón y Reconciliación:
Aprender a perdonar es esencial para amar. A través del perdón, liberás tu corazón del rencor y hacés espacio para el amor. Recordá que el perdón no es siempre para el beneficio del otro, sino que a veces sirve para liberar tu propio espíritu.
6. Vivir de Acuerdo a los Valores de Cristo
Intentá vivir con amabilidad, paciencia, compasión y comprensión. La manera en que tratamos a los demás refleja la profundidad de nuestro amor por Dios. Amar al prójimo implica respetar su dignidad y verlo como un ser amado por Dios.
7. Practicar la Gratitud y la Humildad:
La gratitud abre el corazón al amor. Al agradecer a Dios por la vida, por tus seres queridos y por cada bendición, tu relación con Él se fortalece.
La humildad nos ayuda a reconocer nuestras propias fallas y nos motiva a tener más compasión, paciencia y amor para con los demás.
8. Ser Consciente de Dios en Cada Acto:
Intentá ver a Dios en lo cotidiano: en la naturaleza, en las personas que te rodean y en cada momento de tu vida. Esta consciencia de Su presencia puede ayudarte a mantener el amor y la gratitud vivos en tu corazón.
9. Pedir a Dios por Más Amor:
Si sentís que necesitás ayuda, pedile a Dios que te dé la capacidad de amar más profundamente. Recuerda que el amor es un fruto del Espíritu, y puedes pedirle a Dios que lo cultive en vos.
Así, muchas de las prácticas espirituales que realizamos pueden cobrar un nuevo significado y propósito. Por ejemplo, ya no voy a leer la Biblia cada día por obligación o costumbre, lo haré porque estoy cultivando el amor a Dios y al prójimo, que es el primer y gran mandamiento.
Recordá que el amor, al igual que todas las emociones, fluctúa con el tiempo pero la decisión de cultivar el amor a Dios y al Prójimo debe ser siempre firme y consciente. De hecho, se requiere un gran esfuerzo y dedicación para mantener a este amor vivo.
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